Esto sucedió el 8 de enero de este año del señor 2010
Estaba cómodamente revisando mis mensajes de facebook cuando recibí uno de Gabino diciéndome que vendría a NY a hacer una película, así que días después, en lugar de encontrarnos en un café o en mi departamento me propuso citarnos en el teatro para ver Romeo y Julieta, _O.K , le dije _Dime dónde es _Es en The Kitchen, me dijo, _En Hell’s Kitchen? _No, así se llama el teatro, The Kitchen está en 512 West 19th Street, New York, NY 10011 es un espacio para propuestas independientes bastante interesante, yo no lo sabía en ese momento, pero conociendo a Gabino supuse que veríamos algo más bien alternativo, no me equivoqué.
Nos vimos una hora antes de la hora de la función y los boletos estaban agotados, sin embargo seríamos los segundos en la lista de espera así que una vez apuntados nos fuimos a no sé que café donde Tom Waits había filmado no sé qué cosa, Gabino se tomó una sopa y yo un capuchino, terminando nos fuimos corriendo para recibir la noticia de que la suerte estaba de nuestro lado.
Romeo y Julieta es una obra que todos conocemos, al menos eso creemos, si alguien nos pidiera que contáramos de qué se trata, ¿podríamos hacerlo, que tan precisos seríamos? La compañía Nature Theatre of Oklahoma (No son de Oklahoma, no señor, el nombre lo tomaron prestado del último capítulo de la novela América de Franz Kafka) nos trajo un montaje basado en nueve llamadas telefónicas que hicieron a colegas, amigos y familiares en las que les pidieron que les contaran la historia de los amantes de Verona, esas llamadas quedaron grabadas y después, sin modificación alguna, llegaron a ser el texto de la obra, es difícil llamarlo texto porque jamás fue escrito o impreso, paso directamente del emisor, al teléfono con el dispositivo de grabación y después directamente al oído de los actores con la ayuda de un audífono, los actores no lo memorizaron a priori, si lo llegaron a memorizar fue a consecuencia de las repeticiones a lo largo de sus presentaciones.
Anne Gridley y Robert M. Johanson son los actores que por turnos nos retransmiten e interpretan cada una de las llamadas, de manera que, por ejemplo, el actor comienza a recitar de manera grandilocuente con un estilo que nos recuerda a la mismísima Royal Shakespeare Company: _ ¿Qué? Romeo y Julieta, déjame ver, la leí en secundaria, es Julieta Capuleto o al revés, no me acuerdo, no importa, el punto es que las dos familias se odian, no me acuerdo por qué y Julieta tiene como 13 años y Romeo también pero probablemente ya se pasaba todo el tiempo masturbándose…. El resultado es un ejercicio lúdico que al principio desconcierta y sorprende, nos arranca algunas carcajadas, nos pone en buena disposición y evidencia la inconsistencia de nuestra memoria, sin embargo la repetición de la misma fórmula nueve veces nos deja claro que básicamente hay cosas en las que todos están se acuerdo y el experimento podría ser un poco cansado si no fuera porque lo que se vuelve entonces interesante es qué tanto puede alguien alejarse sin querer del tema que está tratando y cómo salen a relucir a la menor provocación los pensamientos que nos ocupan y los demonios de nuestro subconsciente, alguno incluso se alejó tanto que de plano llegó hasta el 9/11
Si quieres saber algo más sobre esta puesta visita:
http://www.newyorker.com/arts/critics/theatre/2010/01/11/100111crth_theatre_als
Mi reflexión como creador escénico: Es posible utilizar elementos tecnológicos, tradicionalmente ajenos al teatro y hacerlos funcionar en favor de un resultado novedoso e interesante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario